PALIMPSESTO 25





Presentación de Palimpsesto 25 y Poesía de la intemperie . Selección de coplas flamencas (ed. de Francisco José Cruz).

Lectura de Óscar Hahn.
De izqda. dcha., Francisco José Cruz, Eduardo Rodríguez (concejal) y Óscar Hahn.
De izqda. a dcha., Carmen Herrera (diseñadora de Palimpsesto), Francisco José Cruz, Chari Acal y Óscar Hahn.
De izqda. a dcha., Francisco José Cruz, Chari Acal, Óscar Hahn y Beatriz Barrera (profesora de la Universidad de Sevilla).
Lectura de Óscar Hahn en el vigésimo aniversario de PALIMPSESTO

Óscar Hahn ante la Puerta de Córdoba, octubre de 2009. 
Con el número 25 de Palimpsesto que ahora se presenta, celebramos sus veinte años de existencia ininterrumpida, edad insólita para este tipo de publicaciones. Prueba de la dificultad, sin ir más lejos, es que cuando salió en la primavera de 1990 el primer número, no había en Carmona ninguna publicación periódica y, las que surgieron después, ya han desaparecido. Cuántas empresas literarias, modestas como la nuestra y menos modestas, se fueron al garete en cuanto nacieron por desidia o abandono de sus patrocinadores. Si algo en la vida social requiere constancia y tiempo es la cultura ( la que no se deja llevar por la moda, la improvisación, la renta inmediata, ni se confunde con el espectáculo de masas) y, dentro de la cultura, la difusión de la poesía. Sólo la paciente continuidad seguirá dando a esta aventura estética verdadero sentido y carácter propio. Así, a pesar de la falta de costumbre editorial en Carmona, cada una de sus corporaciones municipales, desde 1990, ha mejorado, respecto a la anterior, este o aquel aspecto técnico y administrativo de la revista para que alcance acorde con la paulatina madurez de quienes la dirigimos el propósito de traer a Carmona la poesía del mundo, tanto la escrita en otras lenguas  como, sobre todo, la escrita en español, aquí y en la América hispana, donde, tras quinientos años del descubrimiento, se compone el 90% de la poesía de nuestro idioma, dato que nos impide radicalmente desentendernos de la creación poética de dicho continente si deseamos mantener viva nuestra tradición.
      Puestas así las cosas el número 25 es la piedra más reciente de este palimpsesto de voces que poetas de épocas y países distintos van haciendo y rehaciendo página a página, número a número y que, al coincidir con el vigésimo aniversario de la revista, está significativamente ilustrado con imágenes que guardan la memoria de los cinco mil años de historia ininterrumpida de esta ciudad, este otro palimpsesto de culturas. Esta vez, reeditamos en nuestra colección de libros, ampliada y corregida, una antología de coplas flamencas, teniendo en cuenta su estremecedora belleza poética y el estrecho vínculo de Carmona con el cante jondo desde siempre. Los bloques principales del cuerpo propiamente dicho de la revista son la traducción de poemas del polifacético Pier Paolo Passolini y un extenso dossier dedicado a la obra y la figura del maestro colombiano Mario Rivero, a un año de su muerte. Aparecen también poemas de autores pertenecientes a varias generaciones de ambos lados del Atlántico.
       Óscar Hahn es uno de los pocos poetas de hoy en día que ponen valga la forzada metáfora un remo en cada orilla para nutrirse de las contrarias corrientes de nuestro viejo y ya común devenir poético. Una muestra excepcional de ello son sus recreaciones del cancionero barcelonés de 1562 que tuvimos el honor de editar en el número 22 de nuestra colección, bajo el título de Flor de enamorados, ejemplo extremo de su personal tendencia a conectar técnicas, emociones y personajes distantes en el tiempo, combinando de este modo la equilibrada lucidez de estructuras de corte clásico con ramalazos irracionalistas, según convenga. Tan sólo con lo dicho, a nadie extrañará, cuando oiga su poesía, que Óscar Hahn es uno de los poetas más seductores, sugerentes e imaginativos en lengua española de las últimas décadas. Sus poemas casi no se apartan del amor y la muerte. Pero su amplitud de miras da la impresión de una obra de mayor abanico expresivo y temático del que en realidad despliega, gracias al polivalente y magistral uso de formas e imágenes heredadas en contacto con otras de cuño propio o al procedimiento de sacarlas de su contexto originario, hasta adquirir un nuevo sentido. Por ejemplo, las torres gemelas, evocación destructoras por antonomasia, pasa a ser, en el poema de Hahn, símbolo de un irrefrenable encontronazo amoroso. Amor y muerte cosen el tejido anímico de un hombre de nuestros días, indefenso e incrédulo, que se refugia de la violencia contemporánea y la fugacidad del amor en una sutil distancia irónica aparentemente desenfadada. Hable casi de lo que hable, Hahn dota a su poesía de un auténtico sentido erótico que tiene menos que ver con la mera actividad sexual que con insinuantes maneras, entre púdicas y desinhibidas, de relacionarse imaginativamente con ciertas tareas y prendas íntimas. Tareas y prendas que a veces sustituyen la presencia deseada, revelándose a sí mismo la condición fantasmal de la ausencia, en la que siempre late un sentimiento de ternura y soledad última.

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