sábado, 4 de octubre de 2014

Homenaje a don ANTONIO MACHADO en Carmona

Francisca Aguirre y Fran Cruz. ©R.Acal
Francisca Aguirre y Antonio Machado:
un encuentro decisivo
por Francisco José Cruz
 
©A.C. Karcomen
Las fechas redondas ejercen en nosotros una atávica atracción, ya sea para conmemorar un personaje, una batalla u otro acontecimiento célebre de cualquier índole. Estas efemérides reconcilian a la comunidad consigo misma, reforzándola en sus creencias o, en caso contrario, liberándola de inconfesables remordimientos, aunque a veces resulten anacrónicas e incluso inoportunas por no coincidir, pasado el tiempo, con las maneras e ideas de una época.
      Cuando Francisco Hidalgo, director de la Sede Olavide en Carmona, me propuso organizar un acto dedicado al 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado, me pareció que, equidistante de la erudición académica y del lugar común, debería estar alentado por su entrañable verso «Poesía, cosa cordial», dada la arraigada presencia de su figura y su obra en nuestros corazones, al margen de los cambiantes gustos literarios. No en vano, Juan Ramón Jiménez, durante su larga vida, mediante ensayos, notas y entrevistas, consideró siempre a Antonio Machado el poeta más importante de su generación y de las que iban asomando por entonces en el horizonte poético de la lengua. Pensándolo despacio, comprendí además que la propuesta de mi amigo estaba más que justificada, si tenemos en cuenta la perentoria necesidad que sentimos hoy de modelos éticos y estéticos que reanimen nuestra alicaída confianza en el ser humano, desorientado como pocas veces en su historia. Así pues, dejarnos llevar por el ejemplo de don Antonio en esta grave coyuntura actual es, al menos, un consuelo seguro. En él, vida y obra, conducta y pensamiento se corresponden íntimamente como las dos caras de una misma moneda. Sin ir más lejos, a lo largo de su intachable trayectoria, su equilibrado sentido de las formas poéticas, tan dúctiles como serenas, tan fieles a una tradición como a sus propias intuiciones expresivas, reflejan ya el humanismo de su filosofía antidogmática, asumiendo en ella las irreductibles contradicciones del hombre. De ahí la reiterada apelación de sus versos y prosas al diálogo con el otro que somos y con los otros, hasta que atender y entender sean verbos casi sinónimos: «No es el yo fundamental / eso que busca el poeta, / sino el tú esencial».
      Quizá no haya hoy en España nadie con más autenticidad moral –no digo crítica– para recordar a Antonio Machado que la poeta Francisca Aguirre. Nacida en 1930, a sus nueve años, acompañada por sus padres y sus hermanas, una lluviosa noche de finales de enero, atravesó en penosísimas condiciones la frontera hacia Francia, camino del exilio, junto a miles y miles de personas despavoridas y derrotadas, entre las cuales, según lógicos indicios, se encontraría seguramente el maestro sevillano. Francisca Aguirre refiere en su poema «Frontera» esta verosímil coincidencia de una niña –ajena a tan dramática circunstancia– con el viejo poeta que moriría en Colliure casi un mes más tarde. Ella con su familia, tras esperar infructuosamente en el puerto de El Havre semanas enteras un barco que la trasladara a alguna parte civilizada del mundo, no tuvo más remedio que volver a España para soportar incalculables humillaciones por ser hija del pintor Lorenzo Aguirre, quien al formar parte del gobierno de la República, fue asesinado a garrote vil en 1942. Ni siquiera las súplicas de Francisca y sus hermanas, en insólita visita al Palacio de El Pardo, un 16 de julio a la hija de Franco, niña también como ellas, aprovechando que era su santo, evitaron la muerte de su padre.
      Marcada, pues, por la miseria moral y económica de posguerra, no cedió nunca, sin embargo, a las tentaciones del rencor o la venganza, sino que, muy al contrario, siguiendo el conmovedor consejo de su abuelo materno, se metió dentro todo su dolor y lo puso a trabajar a favor de la vida. Con esta disposición generosa, fue haciendo suyos los principios humanistas de la Institución Libre de Enseñanza, heredados de su familia e inspiradores de la obra machadiana. Ellos le han permitido comprender a fondo las maravillas y los horrores de nuestra especie, hasta darse cuenta de que sólo la piedad, la educación y la cultura son capaces de enfrentar la barbarie y darnos algo de felicidad. En este afinamiento de la sensibilidad descubrió en su adolescencia la poesía de Antonio Machado, cuyo conocimiento ahondó y compartió de manera decisiva, ya en su juventud, con los poetas Félix Grande –su marido–, y Luis Rosales, quien la colocó junto a él en el Instituto de Cultura Hispánica, donde trató a grandes autores hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX, como Julio Cortázar, Octavio Paz, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato o Juan Rulfo. En este estimulante ambiente, pese a la cerrazón política de aquellos momentos, Antonio Machado no dejó de ser su referencia más luminosa, aunque su carácter pasional, expansivo y elocuente, a la vez compasivo y enérgico, parezca oponerse al talante abstraído y silencioso del poeta sevillano.
      Su obra poética, que es una fiel indagación de sus experiencias vitales y artísticas –en ella vida y arte resultan, en el fondo, inseparable– se reúne hasta 2000 en el volumen titulado Ensayo General, al que le siguen, entre otros libros, Nanas para dormir desperdicios (2008) o Historia de una anatomía (2010), por el que recibió el Premio Nacional de Poesía en 2011. Espejito, espejito es su libro de recuerdos, un estremecedor testimonio personal de esta mujer admirable, que por primera vez visita Carmona.
      Francisca Aguirre nos mostrará en su charla, con el contagioso fervor de una discípula agradecida, cómo los versos del maestro –más allá de sus incomparables virtudes líricas– la ayudan a vivir, sintiendo en ellos al hombre que los escribió más cercano, sin duda, que aquella aciaga noche de 1939, hace ahora 75 años.
©A.C. Karcomen
©A.C. Karcomen
La poeta Guadalupe Grande se incorpora a la mesa para el coloquio.©R. Acal 
©A.C. Karcomen
©Televisión Carmona
©Televisión Carmona
De izqda. a dcha.: Chari Acal, Pepe Gutiérrez (profesor de Matemáticas), Fran Cruz, Goyi Plaza (profesora de Literatura y ferviente machadiana), Paca Aguirre y Lupe Grande. ©R. Acal
  
VÍDEOS:
© A.C KARCOMEN

Televisión Carmona: