Al lado de su labor
poética central, como editor y compilador de textos de afamados poetas
hispanoamericanos, Cruz cumple una importante tarea de gran servicio a la
cultura y a su país, a través de la colección de autores, auspiciada por la
revista de creación Palimpsesto,
importante órgano de difusión de poesía, dentro y fuera de España, a cuyo
frente ha estado desde su fundación, en 1990, concluido su periodo de cuatro
años como codirector de la revista Ritmo
de viento.
Destacado exponente de las búsquedas
expresivas que se llevan a cabo en España en los últimos años, es ésta una
poesía en plena marcha, en su ámbito y en su deliberación, en dirección opuesta
a los excesos culturalistas y a los hermetismos vanguardistas de los
«Novísimos» y «Posnovísimos», aparecidos en los últimos años 80 y primera mitad
de los 90, en el escenario de la lírica hispánica.
Rechazando la grandilocuencia y la
retórica de los experimentalismo a la moda, Francisco José Cruz construye su
poesía sobre conceptos como transparencia, emotividad, sinceridad; en donde lo
sensitivo parece ir dictando el tono a la escritura, dando entrada a lo
cotidiano, a los sucesos de todos los días y de siempre, en una lección de
sencillez, a fin de restituir su limpieza a la palabra, y levantando, libro a
libro, cada vez más alta su poesía.
Conmueve ver cuán hondo es capaz de
sentir este poeta de vocación heroica, que aún caminando como por calles de
bruma, está en el mundo: en el ojo de cada huracán, naufragio o calma, con la
escritura funcionando para él, como la sola luz-guía. Quien, para explorar las
profundidades de sí mismo, ha sabido beber en las corrientes contemporáneas, a
la vez que en las fuentes de la tradición, señoreada por don Antonio Machado,
hasta alcanzar una expresión intensa y natural, como alguien que en medio de la
noche da en el blanco.
Provisto de una sensibilidad serena,
cercana al equilibrio y la sutileza de la mejor poesía china, Francisco José
Cruz nos advierte, con lucidez, que aun gastando mucho tiempo para morir, «a
morir no se aprende». Porque el tiempo, la muerte y la poesía son los puntos de
referencia en su poética. Aunque acaso se trata sólo, libro a libro, de un tema
inmenso y virtualmente infinito: la muerte. La muerte y su afónico rumor. La
soterrada partitura que el tiempo no deja de tocar en nuestro oído, con
imperceptibles dedos…
Prólogo a A morir no se aprende de Francisco José
Cruz (Arango Editores, Bogotá, 2006).