miércoles, 25 de julio de 2012

EN VENEZUELA


CARACAS
Auditorio Fernando Crespo Suñer. Ciudad Banesco
La copla flamenca: poesía de la intemperie 
por Francisco José Cruz
Eugenio Montejo presenta a Francisco José Cruz


EL HATILLO
Con Rafael Cadenas y Eugenio Montejo

MÉRIDA
VII Bienal de Literatura Mariano Picón Salas
Hotel Prado Río
Chari y Fran con el poeta y traductor argentino Carlos Vitale
De izqda. a dcha.: Chari Acal, Fran Cruz, Mª Auxiliadora Álvarez, Adolfo Castañón y Emilio Alvar Montejo.
Bautizo de Hasta el último hueso, poemas reunidos (1998-2007) de Francisco José Cruz. 
Con Víctor Bravo, director de la editorial El otro@el mismo.
Con el fotógrafo Vasco Szinetar
El editor Víctor Bravo entrevista a Francisco José Cruz.
Ramón Ordaz entrevista a Fran Cruz para su revista Poda (Fondo Editorial del Caribe).
CARACAS
El novelista Oscar Marcano fotografía a Fran Cruz y Eugenio Montejo en su propia casa.
De izqda. a dcha.: Eugenio, Fran, Aymara, Chari, Emilio y Alicia.
Venezuela, septiembre de 2007.

domingo, 15 de julio de 2012

RAZÓN DE PALIMPSESTO


Palimpsesto: manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.
R.A.E.                                                         


No es frecuente que un ayuntamiento de una ciudad pequeña, sin tradición editorial, acepte, de buenas a primeras, la propuesta de publicar una revista dedicada sólo a la poesía, si tenemos en cuenta el general temor a las expresiones minoritarias y la escasa o nula rentabilidad política de las mismas. Además, dicha propuesta planteaba atender a la creación foránea, desmarcándose casi por completo de la local. Sin embargo, el proyecto que Agustín María García López y yo presentamos al gobierno municipal de 1989, fue aprobado sin mayores reparos. Y el primer número de Palimpsesto apareció en la primavera de 1990.
            Su periodicidad, al principio semestral, es anual desde hace bastantes años. Dicho cambio en el ritmo de salida se debió a la conveniencia de aumentar las páginas de cada número y a las mejoras formales que requirieron los sucesivos diseños. Ya en el tercero, que lleva siete años vigente, siendo así el más estable y reconocible de todos, García López abandonó la revista y, a partir de entonces, Rosario Acal, mi mujer, y yo la continuamos hasta hoy.

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Una revista encuentra su razón de ser en referencia a las que comparten con ella el mundo literario, ocupando ese hueco que las otras dejan libre. Suele ocurrir que ese hueco coincida con las necesidades estéticas de quienes fundan la revista. De modo que uno acaba descubriendo que se embarca en tal aventura para leer a esos autores que las demás ignoran o no se han preocupado por ellos. Sin esta especie de inquieto entusiasmo ninguna publicación de este tipo tendrá espíritu propio.
            Así, sentíamos que Palimpsesto debía dedicar casi todas sus páginas a la creación poética, no a la crítica que, con demasiada frecuencia, aporta muy poco, cohíbe nuestro trato directo con los poemas y condiciona su disfrute. Otra cosa es el ensayo, esa tentativa de transmitir el gusto por algo sin estar al servicio de la novedad más pasajera.
            Nos interesaba la poesía escrita fuera del país, en otras lenguas e, íntimamente, la hispanoamericana, sobre todo la de las últimas décadas, casi desconocida por entonces en España. Palimpsesto ha publicado a poetas de muy diversas lenguas, desde el idish a punto de desaparecer al coreano, pasando por el griego antiguo y moderno, francés, inglés, alemán, portugués, checo, polaco, ruso, japonés o chino. Pero ni la variedad ni la cantidad garantizan la calidad de lo traducido. Para garantizarla y evitar el mero exotismo, nos dirigimos a traductores avezados en la tradición poética de tal o cual idioma y de los que ya hubiéramos leído algún trabajo anterior. Sirva como ejemplo las tres veces que Clara Janés colaboró con nosotros, sin duda la persona más entregada a estos menesteres en España.
            Mayor exigencia, si cabe, nos propusimos a la hora de publicar a poetas hispanoamericanos. Nuestra intención ha sido, desde el primer momento, dar número a número una idea aproximada y coherente de la poesía de cada país hispanohablante, hasta comprobar que cada uno ha desarrollado, a partir de un tronco común, su propia tradición poética y que, por consiguiente, la nuestra después de quinientos años de compartir una lengua es sólo una de ellas. Así pues, este interés principal por la poesía hispanoamericana viene de la conciencia de que sin su conocimiento, la poesía española languidece.
            En este orden de prioridades, publicamos a poetas españoles que, por situarse al margen de las modas, aparecen poco en revistas y, sin embargo, merecen ser divulgados.

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Puestas así las cosas, Palimpsesto no es una revista de escuela o grupo. Pero tampoco pretende constituirse en una especie de cajón de sastre donde quepa todo sin exigencia alguna. Su espíritu, por tanto, depende del rigor y de la amplitud de miras que, como lectores, mantengamos quienes la dirigimos. De este modo, la finura de criterios es la cualidad que impide, en última instancia, que una revista de creación se convierta en un catálogo general e insípido. En este sentido, es importante que ciertos apartados de la revista tengan siempre más peso que el de las colaboraciones de poetas que empiezan o de aquellos, que habiendo desarrollado una obra digna, casualmente hayan entregado textos menores. Así, cada número de Palimpsesto se acompaña de una separata con todas las características de un libro de poesía, que ofrece una muestra representativa de un poeta mayor normalmente de Hispanoamérica, cuyo trabajo no ha sido recogido por las editoriales españolas. Palimpsesto, pues, va creando su propia colección de poesía.

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De 1989 hasta hoy, España se ha interesado cada vez más en la poesía del mundo, particularmente la escrita en nuestra lengua. Sin embargo, dicho interés parte de las editoriales, no de las revistas que, salvo algunas, siguen desentendiéndose de la poesía extranjera o, en el mejor de los casos, le dedican páginas marginales. Además, las editoriales anticipan obras insustanciales en detrimento de otras realmente significativas, dejando vacíos que revistas modestas como la nuestra deben cubrir. Y al hacerlo a la chita callando, mantienen alerta y reorientan la sensibilidad poética que, en el fondo, es la que impulsa y nutre los distintos modos de manifestación artística. La experiencia de Palimpsesto nos recuerda el respeto y la confianza que debemos siempre a la noción de minoría, tan equívoca y cambiante. Es a través de ella como nos defendemos de las discriminaciones interesadas de la publicidad y del marasmo de los tópicos.
            Después de casi quince años de trayectoria, Palimpsesto ha generado una red de relaciones e intercambio con instituciones y revistas de muchos países sin apoyo mediático alguno. Por extraño que parezca a quienes están fuera del mundo de la poesía, este hecho no es mérito exclusivo de quienes la dirigimos, sino el natural resultado del espíritu que anima la creatividad humana desde sus orígenes.
            Pero no quiero decir con esto que abandonemos la revista a su suerte. El conocimiento que hoy se tiene de ella, dentro y fuera de nuestras fronteras, demanda ser aprovechado, en beneficio de Carmona, más amplia y decididamente por la institución pública que la sostiene, dotándola de una infraestructura administrativa estable y centrando en ella los eventos literarios de la ciudad.

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Nuestra vocación cosmopolita sale también al paso de la tendencia endogámica de la poesía española y, sobre todo, andaluza, cuya vieja y rica tradición la ha hecho conformarse en exceso con ella misma. Esta falta de aire fresco afecta especialmente a la poesía escrita y publicada en Sevilla que, en este aspecto como en tantos otros, ha olvidado que dejó de ser hace mucho un centro de cultura viva a juzgar por su congénita complacencia.
            Ante este panorama, consideramos que la importancia histórica de Carmona y el hecho de que esté al margen de las cuitas literarias, favorecen la creación de una revista para que, a través de ella, la ciudad se asome al mundo, en este caso de la poesía, como el mundo se asoma al palimpsesto arqueológico de sus piedras.

Publicado en CAREL, Revista de Estudios Locales (Carmona, Año III, nº 3, enero de 2005).