sábado, 15 de octubre de 2011

LA CASA DE LOS POETAS Y LA TRADUCCIÓN

Uno de los propósitos de la Casa de los Poetas es incentivar el espíritu cosmopolita de esta ciudad desde el hábito de editar, leer y oír a poetas de otras lenguas, cuya presencia entre nosotros acabe siendo un acontecimiento frecuente y no una excepción exótica. Si la larga y rica tradición poética sevillana casi tan larga y rica como nuestra propia historia asimiló a su modo influjos creativos de los pueblos que pasaron por aquí, quizá nos toque ahora ir al encuentro de los creadores en otros idiomas o, mejor dicho, invitarlos a que vengan en cuerpo y obra para que contribuyan, como antaño, a reavivar nuestra poesía y a corregir cierta tendencia endogámica o acomodaticia, propia de ciudades con antiguo esplendor, acostumbradas a ser admiradas antes que a admirar.


Así pues, desde distintos aspectos, la Casa de los Poetas pretende abordar el tema de la traducción empezando por el reconocimiento y homenaje a quienes de manera constante han dedicado parte de su vida a traducir poesía en Sevilla, sintiendo la necesidad de entender y atender otras tradiciones poéticas. La traducción de poesía en Sevilla no es una cosa esporádica, de poetas que, aisladamente, por mero gusto personal, hayan hecho versiones de poemas sueltos o, a lo sumo, de algún libro completo. La perseverancia y una conciencia orgánica de unos cuantos traductores sevillanos de diferentes generaciones han ido abriendo, a la chita callando, cada uno por su cuenta, caminos hacia otros mundos verbales, muy distantes entre sí, que podríamos considerar puntos de partida de una incipiente tradición de la traducción en Sevilla. Esta línea continua por modesta o inadvertida que parezca ha contrarrestado como ha podido el marasmo poético sevillano en el último medio siglo y sigue recordándonos que un poeta de relieve ese que eleva el nivel medio de una época al ver más allá de su entorno inmediato lo es en parte por no darle la espalda a otras lenguas y saber reelaborar sus influjos. Pero sin olvidar que muchas veces esos influjos llegan a través del filtro de la traducción y que, por tanto, la responsabilidad última de cómo recibe el poeta el mundo del poeta extranjero es del traductor. Gustavo Adolfo Bécquer conoció a Heine mediante las versiones al español del abulense Eulogio Florentino Sanz. Según Rafael Montesinos, Las nubes de Luis Cernuda tiene una deuda con la traducción de la poesía de Leopardi, realizada por el erudito sevillano Miguel Romero Martínez, que Cernuda seguramente leyó. A ambos traductores, hasta cierto punto, debemos la capacidad renovadora de los dos poetas sevillanos que no hace falta decirlo ya no son sólo de aquí, sino que pertenecen a la lengua, gracias a su amplitud de miras, aireando nuestras formas con soplos ajenos.


Se trata, en definitiva, de llamar la atención sobre el necesario vínculo que siempre existe se reconozca o no entre la traducción y el vigor de una tradición poética.


Francisco José Cruz


MESA REDONDA: TRADUCTORES DE SEVILLA
De izqda. a dcha.: Fernando Rodríguez-Izquierdo (del japonés), Pablo del Barco (del portugués), Francisco José Cruz, José Antonio Moreno Jurado (del griego) y Antonio Rivero Taravillo (del inglés e irlandés).
Detrás: José Luis Reina Palazón (traductor del alemán), Francisco José Cruz y Fernando Rodríguez-Izquierdo. Delante: Pablo de Barco y José Antonio Moreno Jurado.

Feria del Libro de Sevilla, 13 de mayo de 2006.